Hoy estuve conversando en el desayuno con la Coco García, la Cocolín, -para quienes no la conocen es una de mis hermana de congregación que vive en la misma comunidad que yo-, y mientras tomábamos el desayuno que se hacía mucho más rico acompañado de la amena conversa en que nos metimos, ella me platicaba sus proyectos.
Y es que la Coco, que durante mucho tiempo vivió en la misión, ha estado estudiando medicina alternativa y ha aprendido de todo, desde poner velitas, inciensos, aromatizantes, (para relajar al paciente y meterlo en un clima medio espiritual), ofrecer buenos masajes terapéuticos y curativos, hasta dar sus medicinas que son agüitas que han hecho muy bien a mucha gente, sobre todo a los pobres.
Y es que conversábamos que los pobres de nuestro país, se han quedado sin acceso a las medicinas, que se han vuelto un artículo de súper lujo, inaccesible para mucho mexicanos, debido a que son vergonzosamente caras, pues han de saber que para que éstas lleguen a las farmacias, tienen que pasar por intermediarios, porque el mercado de distribución de los medicamentos, es una gran mafia en manos de un oligopolio conformado por varias empresas, así que un medicamento, antes de llegar a manos del consumidor tienen que pasar por estos grandes intermediarios que son los que se quedan con gran parte del dinero, haciendo inaccesible para muchas personas curarse como Dios manda; entre el doctor y las medicinas, fácilmente se van entre $900 y $1.500 gracias a éstas prácticas monopólicas.
Así que entre el agüite, el coraje, y el deseo de querer hacer algo por los otros, la Cocolín me iba deshojando poco a poco sus sueños. Ya tiene un consultorio en casa, aquí viene gente de varios lugares y también quiere ir a los pueblos, a las rancherías y a donde haga falta, para dar consultas y talleres de formación e información, pa que la gente pueda salir adelante en el cuidado de su salud.
Yo me quedé pensando en el trabajo enorme que en este campo han hecho nuestras hermanas en la Tarahumara (la Sierra de México en Chihuahua) donde han salvado la vida de mucha gente, subiendo y bajando montañas, en frío, calor o lluvia, sin importar el sacrificio cuando se trata de curar a alguien o de llevarlos a su casa para atenderlos y sentí alegría por todo lo que hacen, y pensé que Luisita estará muy contenta de ver a sus hijas entregadas en la causa de los pobres. Además, recordé y extrañé a mis ñañas queridas, (hermanas, en buen ecuatoriano) Cristi Medina y Rosy Mayoral, con quienes me gustaría conversar largo y tendido, y si se puede, también acompañadas de un rico desayuno.
Y por ahora aquí dejo, hoy tengo algunos asuntillos por terminar, nos vemos pa la próxima, ahí les dejo estos sueños...
Hasta otro día!!!
Y es que la Coco, que durante mucho tiempo vivió en la misión, ha estado estudiando medicina alternativa y ha aprendido de todo, desde poner velitas, inciensos, aromatizantes, (para relajar al paciente y meterlo en un clima medio espiritual), ofrecer buenos masajes terapéuticos y curativos, hasta dar sus medicinas que son agüitas que han hecho muy bien a mucha gente, sobre todo a los pobres.
Y es que conversábamos que los pobres de nuestro país, se han quedado sin acceso a las medicinas, que se han vuelto un artículo de súper lujo, inaccesible para mucho mexicanos, debido a que son vergonzosamente caras, pues han de saber que para que éstas lleguen a las farmacias, tienen que pasar por intermediarios, porque el mercado de distribución de los medicamentos, es una gran mafia en manos de un oligopolio conformado por varias empresas, así que un medicamento, antes de llegar a manos del consumidor tienen que pasar por estos grandes intermediarios que son los que se quedan con gran parte del dinero, haciendo inaccesible para muchas personas curarse como Dios manda; entre el doctor y las medicinas, fácilmente se van entre $900 y $1.500 gracias a éstas prácticas monopólicas.
Así que entre el agüite, el coraje, y el deseo de querer hacer algo por los otros, la Cocolín me iba deshojando poco a poco sus sueños. Ya tiene un consultorio en casa, aquí viene gente de varios lugares y también quiere ir a los pueblos, a las rancherías y a donde haga falta, para dar consultas y talleres de formación e información, pa que la gente pueda salir adelante en el cuidado de su salud.
Yo me quedé pensando en el trabajo enorme que en este campo han hecho nuestras hermanas en la Tarahumara (la Sierra de México en Chihuahua) donde han salvado la vida de mucha gente, subiendo y bajando montañas, en frío, calor o lluvia, sin importar el sacrificio cuando se trata de curar a alguien o de llevarlos a su casa para atenderlos y sentí alegría por todo lo que hacen, y pensé que Luisita estará muy contenta de ver a sus hijas entregadas en la causa de los pobres. Además, recordé y extrañé a mis ñañas queridas, (hermanas, en buen ecuatoriano) Cristi Medina y Rosy Mayoral, con quienes me gustaría conversar largo y tendido, y si se puede, también acompañadas de un rico desayuno.
Y por ahora aquí dejo, hoy tengo algunos asuntillos por terminar, nos vemos pa la próxima, ahí les dejo estos sueños...
Hasta otro día!!!
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