jueves, 5 de noviembre de 2009

LA ORIGINALIDAD DE JESÚS


Leonardo Boff

Al hablar de la originalidad de Jesús, debemos antes aclarar un equívoco. Original no es una persona que dice pura y simplemente algo nuevo. Ni original es sinónimo de extraño. Original viene de origen. Quien está cerca del origen y de lo originario, y por su vida, palabras y obras lleva a los otros al origen y a lo originario de sí mismos, ése puede ser llamado, con propiedad, original.


En ese sentido, Cristo fue original. No porque descubra cosas nuevas, sino porque dice las cosas con absoluta inmediatez y soberanía. Todo lo que dice y hace es diáfano, cristalino y evidente. Los hombres lo perciben al punto. En contacto con Jesús, cada uno se encuentra consigo mismo y con lo que de mejor hay en él: cada cual es llevado a lo originario. La confrontación con lo originario genera una crisis: obliga a decidirse y convertirse o a instalarse en lo derivado, secundario, en la situación vigente.


El sentido común es la captación de lo originario en el hombre, que la gente conoce, pero no sabe formular y fijar en imágenes. Cristo supo verbalizar lo originario o la sana razón de forma genial, como hemos visto. Por eso resuelve todos los conflictos y coloca «y» donde la mayoría pone «o». El autor de la carta a los Efesios dice muy bien que Cristo derribó el muro que separaba a los paganos de los judíos e «hizo de los dos un solo hombre nuevo» (Ef 3,14.15). Derribó todos los muros: los de lo sagrado y lo profano, los de las convenciones, legalismos y divisiones entre los hombres y entre los sexos, los de los hombres con Dios, porque ahora todos tienen acceso a él y pueden decir «Abba, Padre» (Ef 3,18; Gál 4,6; Rom 8,15). Todos son hermanos e hijos del mismo Padre. La originalidad de Jesús consiste, pues, en poder alcanzar esa profundidad humana que concierne indistintamente a todos los hombres.


De ahí que no funde una escuela más, ni elabore un nuevo ritual de oración, ni prescriba una supermoral. Pero alcanza una dimensión y abre un horizonte que obliga a revolucionar todo, a revisar todo y convertirse. ¿De dónde le viene a Cristo el ser tan original, soberano, el mostrarse con tanta autoridad? Para responder a esta pregunta surgió y sigue surgiendo la cristología. Antes de dar títulos divinos a Jesús, los mismos evangelios nos permiten hablar humanamente de él.


La fe nos dice que en Cristo «aparece la bondad y el amor de Dios a los hombres» (Tt 3,4). ¿Cómo lo descubrimos? ¿No es acaso en su extraordinario sentido común, en su singular fantasía creadora y en su inigualable originalidad?


Texto completo en

http://www.mercaba.org/FICHAS/JESUS/012.htm


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