Este sábado 17 celebramos un intercolegial Deportivo. Nos reunimos los colegios: Antonio Curiel, Juana de Arco, España, Teresa de Ávila, Chapala y la Casa Hogar La Inmaculada, en un evento que además también fue cultural.
Cada uno los participantes se lució con sus presentaciones artísticas y en la justa deportiva, qué les cuento, todo el ánimo, la pasión y el coraje que cada uno de los jugadores puso en las canchas de juego.
El Antonio Curiel ganamos en varios de las disciplinas, pero además de eso yo también gané, pues me llevé algunos triunfos,
- Me llevo el regalo de la confianza de los alumnos y profesores
- Me llevo un sentimiento de agradecimiento porque me podía mover, cantar, alegrarme, gritar ... porque eso sí, grité como hace mucho no gritaba (ni modo, había que entrar con todo para las porras que apoyaban a nuestros jugadores y jugadoras).
- Me llevé la experiencia de compartir y conocer un poco más a nuestros padres de familia, profesores, y con ello, valorar también su labor como docentes.
- Me llevo un sentimiento de cariño profundo por todos ellos y por las hermanas que intentan dar lo mejor de sí para cumplir la misión encomendada.
- Me llevo la conciencia de que a nuestros alumnos ya no podemos llegarles con métodos tradicionales para la educación y la formación en valores, pues es necesario buscar formas nuevas para llevarlos a la experiencia del aprendizaje y del conocimiento de sí mismos, porque nuestros adolescentes y jóvenes son otro rollo ahora.
- Me llevo el entendimiento de que con sus cantos, sus formas de vestir el uniforme deportivo en muchos de ellos, y sus pasiones y sueños, manifestadas en muchas de sus actitudes, están haciendo un reclamo, una protesta que lleva implícito el deseo de ser tomados en cuenta, de ser entendidos, de ser valorados y queridos; deseo que se hace patente desde los más pequeños hasta los profesores y padres de familia, porque es una necesidad del ser humano y es lícito que la expresemos y seamos entendidos en ella, claro, siempre y cuando esta necesidad no nos lleve a exigir respuestas a nuestro cariño, porque para darlo y recibirlo, siempre es necesario dejar en libertad al otro.
Toda esa raza me daba miedo en ratos, en otros me animaba, me daba entusiasmo, pero eso sí hubo un momento en que me dije: "Jesús, a estos chavos y chiquillos, tenemos que acercarte pero por caminos diferentes para que te conozcan y sean amigos tuyos de verdad". No es tarea fácil.
Me quedo contenta y agradecida, con el corazón movido por toda esta bella experiencia.
Lo aprovecho ahora y lo guardo en la fábrica de sueños (el corazón) Sólo Dios sabe si se vuelva a repetir.
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