Hola!!!
Aquí toy de nuevo y creo que ya ni disculparme es bueno, pero sepan que ya nos van a poner el teléfono en casa esta semana y entonces ya podré tener el servicio de Internet y seguir en la comunicación cibernética.
Ahorita ando atareada con idas a la Universidad y con lecturitas medias pesadas; en mi cabeza dan vueltas palabras, como ente, esencia, existencia, ser primero, motor inmóvil, experiencia originaria y otro montón más, pero eso sí, no dejo mis tiempos fuertes de lecturas espirituales y de reflexión del evangelio que me van llenando el corazón y dándole nuevo sentido a mi vida.
Pero no crean, también entre la esencia y la existencia, mi pensamiento se hunde en la reflexión, no puedo pasar inadvertida ante esas palabritas tan llenas de sentido y que han dado luz a muchos hombres y mujeres para orientar su vida y llegar a su "principio y fundamento" como diría San Ignacio de Loyola, dándole un nuevo giro a sus vidas.
Yo por lo pronto aquí les dejo una lecturita "espiritual" sobre la espiritualidad del abandono en Edith Stein, escrita por el padre Javier Sancho Fermín OCD, aquí va espero la disfruten.
Aquí toy de nuevo y creo que ya ni disculparme es bueno, pero sepan que ya nos van a poner el teléfono en casa esta semana y entonces ya podré tener el servicio de Internet y seguir en la comunicación cibernética.
Ahorita ando atareada con idas a la Universidad y con lecturitas medias pesadas; en mi cabeza dan vueltas palabras, como ente, esencia, existencia, ser primero, motor inmóvil, experiencia originaria y otro montón más, pero eso sí, no dejo mis tiempos fuertes de lecturas espirituales y de reflexión del evangelio que me van llenando el corazón y dándole nuevo sentido a mi vida.
Pero no crean, también entre la esencia y la existencia, mi pensamiento se hunde en la reflexión, no puedo pasar inadvertida ante esas palabritas tan llenas de sentido y que han dado luz a muchos hombres y mujeres para orientar su vida y llegar a su "principio y fundamento" como diría San Ignacio de Loyola, dándole un nuevo giro a sus vidas.
Yo por lo pronto aquí les dejo una lecturita "espiritual" sobre la espiritualidad del abandono en Edith Stein, escrita por el padre Javier Sancho Fermín OCD, aquí va espero la disfruten.
Vivir en las manos de Dios:
Sustancialmente no se diferencia del camino de la oración, ni del vivir eucarístico. Se puede comprender como la dinámica o el efecto de una autentica vida configurada con Cristo. Las diferencias son más bien dadas por matices que nos pueden ayudar en la realización del propio camino. Cuando Edith Stein habla de abandono, lo entiende desde su doble significado: como abandono del creyente en las manos de Dios, y como experiencia de sentirse abandonado.
El “abandono” como camino progresivo de entrega es la actitud que puede tomar el hombre ante la inmensidad de Dios. Un Dios que se hace don amoroso al hombre y que puede ser acogido en la medida en que uno libremente se entrega a Él. Es una respuesta llena de confianza en el amor divino: es la actitud que hace posible caminar hacia la unión. Seguir a Cristo, entrar por la puerta de la oración…
Sea el camino que sea, todos tienen en común, una actitud de respuesta posible en el hombre: abandonarse a la providencia, vivir confiadamente en las manos de Dios. Es una actitud que puede vivirse sólo desde la gracia y con el equipaje de las virtudes teologales.
Pero exige continuamente la respuesta libre del hombre que quiere poner su voluntad en las manos de Dios: “…abandonarse a la gracia sin reservas. Es el alejamiento más decisivo del alma de sí misma, el abandono más incondicional. Pero para poderse abandonar de este modo tiene que aferrarse fuertemente, dejarse abrazar por el centro interior con tal fuerza que ya no puede perderse. El abandono es el acto más libre de la libertad. Aquél que, totalmente despreocupado de sí – de su libertad e individualidad-, se entrega a la gracia, se adentra en ella completamente libre y siendo totalmente él mismo. Se ve entonces la imposibilidad de encontrar el camino mientras tenga la mirada puesta en sí misma” .
En la práctica del abandono consiste en poner en las manos de Dios aquello que forma parte de nuestro vivir cotidiano, haciéndole entrega a Dios de todo aquello que forma parte de nuestra existencia, incluso aquello que vivimos como negativo e imperfecto. En un escrito en el que reflexiona sobre cómo cristianizar lo cotidiano, aconseja así a las mujeres: “ Y cuando llega la noche y la revisión del día nos muestra que muchas de nuestras obras fueron fragmentarias y otras, que también nos habíamos propuesto, quedan son hacer y se despierta en nosotros una suerte de vergüenza y arrepentimiento, en ese momento habremos de tomar las cosas tal cual son, hemos de ponerlas en las manos de Dios y abandonarlas a Él. De esa manera se puede descansar en Él para, después de recuperarnos verdaderamente, comenzar el nuevo día como su fuera una nueva vida.”
Para Edith la vivencia del abandono se caracteriza por las confianza, tanto en la vertiente activa como pasiva: por un lado el hombre se arroja en los brazos del Padre porque confía en El; y por otro lado la experiencia de saberse sostenido, acrecienta la confianza y la seguridad de que Dios no “abandona”. De esta confianza surge la “seguridad” de saberse sostenido: “Yo me sé sostenida y este sostén me da calma y seguridad.
Ciertamente no es la confianza segura de sí misma del hombre que, con su propia fuerza, se mantiene de pie sobre un suelo firme, sino la seguridad suave y alegre del niño que reposa sobre un brazo fuerte, es decir, una seguridad que, vista objetivamente, no es menos razonable. En efecto, el niño que viviera constantemente en la angustia de que su madre lo dejara caer, ¿sería razonable?”
Desde esta perspectiva se puede comprender y aceptar, como parte del camino, la experiencia del abandono de Dios”, que Dios reserva tal como señalan los místicos y la misma Edith, a quien de verdad se ha entregado a Él. El abandono de Dios es la expresión más radical del seguimiento de Cruz: “Ningún corazón humano ha penetrado jamás en una tan oscura noche como la del Verbo Encarnado en Getsemání y en el gólgota. Ningún espíritu humano podrá, por mucho que investigue, penetrar en el secreto del abandono divino de Cristo moribundo. Pero Jesús puede dar a gustar a algunos de esta extrema amargura. Son sus más fieles amigos a quienes exige la suprema prueba de amor”.
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