miércoles, 15 de agosto de 2007

De regreso, después de vacaciones!!

Hace tiempo que no me he podido sentar a compartir la vida y el caminar con ustedes, porque he andado del tingo al tango, con muchos movimientos, cambios, idas y venidas y también movidas fuertes del corazón.

Además, cambié de domicilio y ahora no tengo Internet; vivo en un lugar un poco alejado y nuestra casa está entre cerros; es un paisaje precioso, pero no muy accesible a algunos medios y en eso andamos ahora, intentando ver si podemos tener teléfono e Internet.

Ahora inicio aquí la vida, queriendo salir adelante; preocupada por la salud de Celia Teresa, que sigue en el hospital; viviendo la partida de las hermanas y amigas que ya no estarán cerca; rumiando noticias que me han movido el piso y gozando del encuentro personal o vía telefónica con personas muy queridas.

En ratos triste, en ratos alegre, en ratos con horizontes oscuros, en otros con muchos sueños e ilusiones, en ratos resquebrajada, luego me rehago, en fin, son las situaciones del ser humano “soy humana y nada de lo humano me es ajeno” como dijera un filósofo, lo importante es irlo viviendo con la conciencia de que a través de ello se sigue construyendo mi personalidad, se sigue forjando la mujer que quiero ser.

Les cuento que hace unos días estaba aquí, de vacaciones, Sandra mi hermana y nos fuimos al tianguis de Tonalá, (es una zona alfarera y artesanal) y al ir pasando por los puestos, había uno en el que vendían muchos jarritos de barro, debajo de la mesa estaba uno quebrado, sin toda la parte del frente y sentí el impulso de recogerlo y lo hice. Era un jarro muy bonito, muy bien decorado y con colores hermosos y vivos; yo pensé inmediatamente, que en él podía poner una velita (ya saben que me encantan), que no importaba que estuviera roto, con todo y eso, todavía podía recibir una luz e irradiarla.

Ahora lo tengo en la mesa de noche de mi habitación y todas las noches lo enciendo, para no poner luz eléctrica, pues la “magia” de una luz de velas me causa un placer muy grande y pienso que con todo y su defecto, sigue siendo hermoso y que así quiero ser yo, en medio de mis limitaciones, poder irradiar una luz para los demás.

No se me olvida que “llevamos este tesoro (del amor) en vasijas de barro” Y que aunque nos sintamos muy pobres o pecadores o limitados, siempre tenemos algo que dar, como mi jarrito, que ofrece su luz, con mayor fuerza, precisamente por estar roto.





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