Hace unos días le di el gusto a mi corazón de sentarme y mirar una película que tenía muchos deseos de ver: El Violín y me quedé fascinada, porque es muy buena.
La sencillez de su producción es precisamente lo que la hace majestuosa; el manejo de la oscuridad y la luz, me recordaba la lucha constante que el hombre vive entre estas dos realidades, entre el bien y el mal, entre el amor y el odio, entre la solidaridad y la ambición, que en boca de Don Plutarco nos hace muy cabro...
Don Plutarco es la figura de la verdad, de la valentía y de la injusticia que viven millones de hermanos nuestros en México o en toda nuestra América. A mí me movían fuerte las escenas donde se presenta este hombre, sea en reflexión, animando, desafiando, tocando su violín -signo además, de esperanza y arma para mantenerla viva-.
El director supo muy bien, llevar al espectador a la reflexión que quería, ya que después de cada escena, entraba un espacio de oscuridad, que me hizo sumergirme, como creo que lo hizo con otros, en el silencio y la reflexión.
Quien pueda, que la vea, de seguro tendrá mucho que decirle y mucho que sugerirle.
Ojalá y nos caliente el corazón para seguir luchando por la tranformación de este mundo.
Animo y nos vemos en la próxima, aquí les dejo un video para que se animen a verla
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