martes, 27 de noviembre de 2007

Un viaje de recarga al corazón

Este fin de semana, estuve en una reunión nacional de CRIMPO (Comunidades Religiosas Insertas en Medios Populares) y la verdad, fue una experiencia maravillosa, de esas que dejan vida, ánimo, esperanza y una renovada experiencia de fe en el Dios que camina codo a codo con la mujer y el hombre de hoy. Fue toda una aventura que les voy a contar.

De Guadalajara salimos a las 8:45 a.m. un grupo de siete personas; hicimos escala en Querétaro donde descansamos un poco y comimos en un mercadito una deliciosa comida, que por muy deliciosa que estuvo, a algunos de los estómagos no les cayó muy bien y los hizo correr más de una vez a un lugar que está al fondo a la derecha o que a otros les obligó a parar al chofer del bus donde íbamos para correr a los matorrales del camino, menos mal que conmigo no pasaron sobresaltos, jeje.

Despuésd e tantos sobresaltos, seguíamos camino a Cieneguilla, Guanajuato; al ir llegando los celulares fueron perdidendo señal, el paisaje se iba volviendo medio desértico y montañoso, pero eso sí, muy hermoso y el frío iba aumentando y nos obligó a ponernos las chammarras con las que íbamos bien equipados. Así llegamos hacia el anochecer, caminando con un montón de maletas un buen trecho de camino, pareciamos gitanas y gitanos, pero felices y con deseos llegar y beber y comer algo nos moríamos de hambre.

Nos recibió un grupo de indígenas Otomíes, muy generosos y muy alegres quienes nos tenían para alegría nuestra, preparada una riquísima cena en la que aprovechamos para saludar al resto de los participantes que llegaron de otros Estados, luego la cena fue amenizada por los cantos en otomí y español por un grupo de niñas de la escuela federal que atienden las religiosas que están en la comunidad.

Cuando terminamos la cena, fueron llegando las familias que nos hospedarían en sus casas, a Celia Peña y a mí, nos tocó estar en la misma casa, nos ofrecieron una cama para ambas, así que bien portaditas, como buenas hermanitas compartimos las cobijas ya que el frío estaba fuerte, y no valían exigencias porque por más esfuerzo que hicimos por mantenernos en nuestra orilla de la cama, no valian pues la cama tenía un hueco en el centro y terminábamos metidas las dos en ese hueco, ah!! y las noches se hacían cortas porque el blablablabla, blablablabla, no paraba hasta que de plano nos vencía el sueño y alguna de las dos ya no tenía interlocutor.

El sábado por la mañana la comunidad Otomí nos compartió de sus cocinas, un desayuno, que no es sólo un desayuno, era el espacio por el que a través de los alimentos, todos se unen, todos se comparten lo que tiene, se reconocen, se ayudan, todos tienen una presencia significativa, todos tienen una palabra, todos valen... y todos son importantes, también nosotros, losque nos integramos a esa celebración de las cocinas en donde comimos carne con garbanzos, lo mismo para todos, nada especial para nadie, pues todos nos reconocíamos con la misma dignidad, en medio de los fogones hechos de troncos,en medio de los comales llenos de tortillas hechas a mano, junto a las enorme ollas que mantenían calientita, la comida que era para todos y todas, vivimos una experiencia hermosa y muy educativa, llena de sabiduría, que nos dejó con las pilas bien cargadas y con un deseo de que el mundo todo, sea así, como esta comuna indígena Otomí, donde la democracia es una realidad y no una farsa de políticos bastante bien pagados.

Despues de este desayuno, nos recibieron formalmente con un rito indígena de bendición muy bello: Los mayordomos, ellos y ellas, caminaron con la cruz hasta la entrada del atrio parroquial que era donde nosotros estábamos esperándolos, luego nos pasaron la Biblia a cada uno y nos bendijeron con ella, y con una cruz muy grande adornada toda ella de flores y con los inciensos que nos envolvieron en su humo, y que a mí, no dejaban de recordarme a nuestros antepasados, a aquellos hijos del Sol, guerreros y valientes, corriendo por la gran Tenochtitlan; libres, señores del suelo y del cielo, un cielo que les hablaba de amistad con sus dioses y un suelo que les hablaba de amistad con todo el universo, pero eso es recuerdo... ahora ni libres del todo, ni señores, más bien parecen esclavos de estos nuevos sistemas que nos comen a todos y que pareciera quieren borrar de nuestra mente, la memoria de nuestro origen, menos mal, que todavía existen grupos como estos, que siguen manteniendo nuestros sueños y utopías por un mundo de hermanos.

Ellos son gente con mucha conciencia social, luchadores incansables por la transformación del mundo, así que vine revitalizada y con ganas de seguir luchando por esta hermosa casa que el buen Dios nos ha regalado.

La reunión estuvo muy interesante, con muy buena temática y excelentes expositores, pero eso lo cuento en el siguiente encuentro, porque ahora me tengo que ir, mientras los dejo con esta frase en otomí, que estaba escrita a la entrada del atrio.

Perdonarán los errores de dedo y redacción, pero ya no alcanzo a revisar

HONESTITI NE HONESNONO
Dios es Padre y Madre




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